Fútbol

La otra mitad del ídolo

Siempre juntos, la familia Zárate acompañó de cerca a Mauro en cada paso de su carrera. Y en su tercer ciclo en Vélez, no fue la excepción. Sus padres, Rolando y Catalina, los hermanos Néstor, Sergio, Ariel y Roly, su amor incondicional Natalie y el fruto de ambos: Mía y Rocco. Todos, y cada uno de ellos, presentes en las decisiones del ídolo.

Por Diego Guitian

Junio de 2017. Villa Olímpica. Mauro empezaba a intensificar su recuperación tras la operación de rodilla y las instalaciones del complejo del Fortín eran el lugar elegido. Algo cabizbajo pero templando de a poco su ánimo, el ídolo iniciaba los trabajos y siempre, pero siempre, había un Zárate cerca de él. Su padre Rolando, habitué de pisar Ituzaingó cada vez que juegan sus nietos Luca y Tobías, era uno de ellos. Por ahí también andaban Ariel (Chino) y Roly, los padres de estos jóvenes proyectos de la cantera.

También el pequeño Rocco, hijo de Mauro, lo acompañaba a ver los partidos de sus primos. El menor de la dinastía se paraba y pateaba una pelota contra el alambrado de la cancha 2 de Inferiores. Mauro, lo vigilaba de cerca mientras extendía su rodilla derecha, todavía algo hinchada. “Duele, pero pronto estaré bien”, le comentaba el astro a este cronista mientras Sergio, para ellos Keko y para nosotros el Ratón, le alcanzaba un mate a su hermano menor.

Enero 2018. Estadio José Amalfitani. Natalie, Mía y Rocco llegaron hoy de Emiratos Árabes. El largo periplo en avión hacía imposible disimular los rostros cansados pero la sonrisa les pintaba la cara de punta a punta . Ella, una luchadora de la vida, que resistió (y superó) momentos muy adversos de salud, es la compañera del ídolo. O como Mauro la describió ante su gente hoy en el Estadio: “En todas mis decisiones me respeta, es mi mitad, mi otra mitad”. Natalie, fiel testigo de los secretos del crack, bancó cada decisión y dio respuesta inmediata ante los pedidos de su esposo: “Gorda, volvamos a la Argentina, dale, por favor”. Mientras tanto,  esos locos bajitos, Mía y Rocco, al igual que Papá y Mamá, tenía la camiseta de Vélez puesta con el 9 en la espalda.

Todavía emocionado, Rolando padre, decía enérgicamente en el Tercer Piso: “Esto es algo fuera de serie, nunca pensé que mi hijo iba a tener un recibimiento así. Mauro se ganó todo. Y te agrego que no nos olvidamos lo del domingo ¡no lo dejaron bajar! La policía le cerraba la puerta y le podían haber lastimado la pierna”, refunfuñaba todavían con bronca el padre de la criatura.

“Más de lo que hicimos con mi señora, imposible. Él quería volver, pero no era nada fácil. Por suerte se pudo concretar la transferencia. Ojalá lo podamos tener más que seis meses. Me gustaría que se quede para siempre, que sea una gran experiencia para sus sobrinos”.

Rolando no olvida sus orígenes y como cabeza de familia, sabe muy bien el esfuerzo que demandó criar cinco hijos. “Yo era un vendedor debajo de un puente. Cuando mis hijos empezaron a jugar al fútbol, empecé a crecer. Me compraron una casa, un coche, son extraordinarios aparte. El primero de todos fue el Ratón, cuando él se fue a Alemania le dijo a mi mujer: “Mamá, dejá ese tallercito que te estás quemando la cabeza, andá a comprarte una casa que te voy a mandar la plata”. Y todo gracias a Vélez. Todo le debemos al club”.

Catalina Riga, por su parte, ya se había instalado en el Salón Vip a la espera de la conferencia de prensa de su hijo. Con un abanico disimulaba el calor y aseguraba que siempre hay lugar para más emociones cuando de sus hijos se trata. “Nunca me imaginé que de esta forma iban a esperar a Mauro. Nosotros hace 40 años que venimos a Vélez, todos nos hicimos hinchas del club, es una emoción muy grande. El deseo de la familia es que se pueda quedar definitivamente. Hoy fue terrible la emoción. Mirá hasta qué punto para que a Mauro se le caigan las lágrimas…”

Ariel Zárate fue el único hermano que pudo estar hoy en el Amalfitani. Las vacaciones y los compromisos laborales de Néstor, Sergio y Roly, imposibilitaron su presencia. Pero el Chino no duda: “Siempre estamos cerca de Mauro, todos y más allá de las distancias. Fue una revolución familiar su vuelta. Estamos muy emocionados y contentos por este regreso, sobre todo porque Mauro está feliz y se siente como en casa. Las últimas etapas de él en Argentina fueron buenas, ojalá esta sea igual. Estamos muy orgullosos por lo que hizo la gente de Vélez por mi hermano”.

En las buenas y en las malas, la sangre tira y la familia siempre acompañó Mauro. Graníticamente se convirtieron en su mejor sostén. El ídolo volvió al Fortín y todos ellos, a la par. Siempre unidos. Siempre juntos. Tal cual son los Zárate con Vélez.