Vélez e Independiente no se sacaron diferencias en el resultado de un encuentro al que las emociones estuvieron a la orden del día y la mano del árbitro desde la polémica, encendió el debate. Fue un tiempo para cada uno, donde tras un muy flojo primer tiempo, los dirigidos por Omar De Felippe, se levantaron en el complemento y terminaron con una imagen más entera con la igualdad consumada.

El Fortín cerró así una semana con doble empate, que a diferencia del conseguido el lunes ante Huracán que tuvo un sabor agrio por haberse escapado el triunfo sobre el final; éste en Avellaneda, lejos de considerarlo un triunfo, planta otro semblante de cara a lo que viene. Porque el equipo se repuso del golpe de ir perdiendo una vez más desde temprano y además mostró la autoridad para levantarse también futbolísticamente de un tiempo al otro del partido.

El entrenador mantuvo al mismo once, aunque mostró un cambio táctico evidente con un equipo que mostró movilidad de hombres en el medio campo. Un cambio que tuvo la valentía de sostener a pesar del resultado adverso y de la inconexión del primer tiempo; para dar sus frutos en el complemento.

Si bien, Independiente encontró el gol con un golazo de Emiliano Rigoni desde un ángulo muy cerrado (casi un córner corto que pegó en el segundo palo del arco de Assmann) con un misil teledirigido; ya le venía rondando peligro al Fortín que apurado cometía muchas infracciones cerca de su área. Vélez tuvo un primer tiempo que venía a tono con lo más bajo que muestra el equipo en el campeonato, inconexo y con poca movilidad para pasar al ataque con desdoble en la marca. El local aprovechó el desconcierto y con la ventaja pudo generar más.

Pero sobre el final del primer tiempo, Canteros empezó a hacer pie en cancha y a tomar las riendas de juego buscando sociedades con el Burro y Pavone; algo que en el segundo tiempo sería muy productivo.

A la espera de que el punto sea un punto de partida para el crecimiento; para salir de este pozo anímico y futbolístico que alarma.

De todas formas, el sacudón llegó con la omisión alevosa de Nicolás Lamolina de un codazo sin pelota de Jorge Figal a Mariano Pavone cuando el punta entraba al área. No sólo que fue penal claro, sino que el defensor del Rojo tenía amarilla y debía abandonar el terreno de juego expulsado. Ni una cosa, ni la otra. Sorpresivamente, porque estaba de frente, el juez se justificó con un "choque" que en realidad fue un claro penal. Una de tantas que vienen perjudicando a Vélez a lo largo del torneo en una mano negra que resta punto vitales para salir de la zona caliente del torneo.

En el segundo el gol de Vélez llegó en el momento clave. Apurando a un equipo de Holan que salió quedado en el complemento, Pavone luchó la pelota, el rebote le quedó a Zabala en el área que enganchó perfecto y con la marca encima definió para que Camapaña de rebote y de rebote, el Burrito igualó la historia. El gol fue una clara señal de lo que le cuesta marcar a un Vélez que desde el gol creció en su creencia y tuvo momentos de muy buen fútbol, inteligente. Fue un complemento de buenos niveles de Martínez, Cufré, Zabala, Desábato y Caire; como los puntos altos.

Mientras Independiente cambiaba con el juego por abajo y veloz de los ingresados Barco, Blanco y Benítez; Vélez probaba aprovechar el terreno para explotarlo con Delgadillo y Correa; en el movimiento de piezas de ajedrez de un partido que no se movió finalmente del 1 a 1. 

El empate y lo bueno del segundo tiempo no tapa ni borra lo malo del primer tiempo, sin embargo desde no caer se construye la confianza. A la espera de que el punto sea un punto de partida para el crecimiento; para salir de este pozo anímico y futbolístico que alarma. Un punto que sin dudas, y con la justificación de ganar el partido en casa ante Boca, será un punto a favor.

Es cuestión de creerlo, Vélez.