Junta Histórica

Rugilo: La Leyenda cumple 100 años

Hace exactamente un siglo, el 19 de enero de 1919, nacía Miguel Armando Rugilo, uno de nuestros más grandes próceres, un arquero que trascendió las fronteras velezanas para convertirse en ícono y figura del fútbol argentino.

Su extensa y formidable campaña jugando para Vélez Sarsfield abarcó un total de 246 partidos, 175 en torneos de Primera División, 67 en la Segunda Categoría, 2 por la Copa Británica y 2 por la Copa Adrián C. Escobar.

Una lesión de Jaime Rotman le abrió el camino para debutar en el primer equipo el 27 de noviembre de 1938, en el Viejo Fortín de Villa Luro y con solo 19 años, en una goleada frente a Almagro por 6 a 0. Rugilo jugaría en las últimas 4 fechas de ese año pero recién volvería a hacerlo, en 6 oportunidades, en el fatídico campeonato de 1940 en el que Vélez perdió la categoría por primera y única vez en su riquísima historia.

Solo participó de un par de encuentros durante la primera temporada en la segunda categoría, pero en 1942 consiguió afianzarse en el arco fortinero. Con sus movimientos llamativamente ágiles para su gran contextura física, y con sus extraordinarios reflejos, se transformó en pieza clave del ascenso conseguido al año siguiente, certamen en el que solo faltó a un partido y en el que terminó con la valla menos vencida.

Fue en 1943, más precisamente el 6 de noviembre, que atajó dos penales en un mismo cotejo. Su víctima: Rodolfo Catenazzi de Talleres de Remedios de Escalada. Vélez se impuso 6 a 3 y Rugilo consiguió lo que ningún otro arquero hasta ese momento.

De regreso en primera división, en 1944, recibió una tentadora oferta del León de México, y al promediar el torneo se marchó al fútbol azteca, donde permaneció un par de temporadas hasta que, en 1946, regresó a Liniers y volvió a adueñarse del puesto, para conformar desde entonces un inolvidable y legendario terceto defensivo que completaban Oscar Huss y Ángel Allegri.

Otra hazaña, de las tantas que protagonizó, tuvo lugar en 1949. Entre el 22 de mayo y el 30 de agosto contuvo, de manera consecutiva, los 6 penales que le ejecutaron. Higinio García (Racing), Isaac Scliar (Boca), Santiago Ardanaz (Ferro), Santiago Vernazza (Platense), Luis Bravo (Rosario Central) y Juan José Pizzuti (Banfield) sucumbieron ante las manos del gran portero velezano.

El 29 de octubre de 1950 repitió en Primera División lo que hacía 7 años había logrado en Segunda, atajar dos penales en un mismo encuentro, y esta vez nada menos que visitando a River. Luis Castro y Félix Loustau no pudieron con él y el Fortín consiguió llevarse un heroico empate en cero del Monumental.

Si Rugilo ya era ídolo y figura de Vélez Sarsfield, todavía le faltaba algo para ser considerado uno de los más grandes goleros de la historia del fútbol argentino: jugar en la selección nacional. Su presentación con la celeste y blanca fue ante Paraguay, por la Copa Chevallier Boutell, el 25 de marzo de 1950. El choque, disputado en la cancha de River, terminó 2 a 2. Cuatro días después Argentina se impuso por 4 a 0 al mismo rival en el Estadio de San Lorenzo, otra vez con Rugilo en el arco, y se quedó con la copa en juego.

Pero el hito que lo instaló definitivamente en la memoria futbolística de nuestro país se produjo el 9 de mayo de 1951. Ese día nuestra selección, amparada en una notable actuación suya, estuvo a 10 minutos de llevarse un triunfo histórico en su visita a Inglaterra. Luis Elías Sojit, a cargo del relato radiofónico, no escatimó elogios para adjetivar su heroica resistencia: “...el caballero Rugilo es un león en Wembley...”. Aquella frase se inmortalizó y ya casi dejó de conocérselo por su nombre y apellido, pasó a ser eternamente el “León de Wembley”. Finalmente se impuso el conjunto británico por 2 a 1, pero sus atajadas en el mítico estadio londinense y la ovación de los 60 mil espectadores al finalizar el cotejo se recordarán por siempre.

El 13 de mayo, cierre de la excursión por territorio europeo, Argentina se impuso a Irlanda en Dublin por 1 a 0. Sería el cuarto y último partido de Rugilo defendiendo los colores argentinos.

Apenas un par de meses después, el 22 de julio, sufrió una grave lesión frente a River que marcaría el comienzo del fin de su último ciclo como jugador de Vélez. Reapareció casi al finalizar la temporada y llegó a jugar las primeras 11 jornadas del campeonato de 1952, pero perdió continuidad y emigró a Brasil para custodiar el arco del Palmeiras.

De regreso a la Argentina, en 1954 fue contratado por Tigre donde cumplió destacadísimas actuaciones, con asistencia perfecta durante los 3 años en que permaneció en el equipo de Victoria. En 1957 dejó su huella en el O’Higgins de Chile, donde se retiró ya cercano a los 39 años.

Sin embargo, sus ganas de volver a la actividad fueron más fuertes y tiempo después se enroló en las filas de Leandro N. Alem, equipo que militaba en la Segunda División, tercera categoría de esa época, donde fue entrenador y, eventualmente, también arquero.

Posteriormente Intentó afirmarse como director técnico en México, pero tuvo una sola y efímera experiencia en el Atlético Celaya. También, por un corto tiempo, se desempeñó en Vélez como entrenador de arqueros.

Su extensa y formidable campaña jugando para Vélez Sarsfield abarcó un total de 246 partidos, 175 en torneos de Primera División, 67 en la Segunda Categoría, 2 por la Copa Británica y 2 por la Copa Adrián C. Escobar.

Miguel Armando Rugilo, el León de Wembley, aquel grandote que más de una vez se entremezcló con los hinchas en el camino que los llevaba a la cancha -él a brillar bajo los tres palos, ellos a ovacionar cada una de sus intervenciones-, aquel que despachaba personalmente el pan y la leche en el almacén familiar de Ramos Mejía que había ornamentado con fotos, banderines y recuerdos velezanos, aquel enorme y extraordinario futbolista, nos dejó el 16 de septiembre de 1993 pero hoy, a 100 años de su nacimiento, sigue presente en el corazón de cada hincha fortinero.

JUNTA HISTÓRICA VÉLEZ SARSFIELD