Homenajes

Honor y gratitud

El 14 de mayo de 1969 falleció José Amalfitani, el histórico Presidente que salvó a Vélez de su desaparición y levantó los pilares para transformarlo en un gran Club. Un modelo de dirigente.

Nacido en Capital el 16 de junio de 1894, Don Pepe, el mayor de doce hermanos, se asoció al Vélez a muy temprana edad. Frecuente integrante de sucesivas Comisiones Directivas en los años 20, presidente entre 1923 y 1925, Amalfitani encabezó la resurrección de Vélez en los 40, cuando se puso al frente de un Club prácticamente desaparecido, sumergido en la segunda división y envuelto en un dramático desbande societario. Tomó las riendas y enfrentó los problemas más urgentes. Se hizo cargo de la construcción de la vereda del viejo Fortín -que era una cláusula incumplida de la conclusión del contrato de Basualdo- y avaló con su patrimonio los compromisos pendientes. Ante la debacle inició un profundo proceso para reorientar los objetivos.

Logró la adquisición del terreno donde se construyó el Vélez gigante. Dirigió las tareas de rellenado de esas tierras despreciadas, imposibles de nivelar, desviando cientos de camiones de tierra y colocando en ese pantano hasta desechos ferroviarios-se supone que bajo el campo de juego hay el equivalente a tres locomotoras-.

Desde 1941 hasta el día de su muerte, este hombre pequeño pero de temperamento indómito y enorme capacidad de liderazgo y trabajo, reedificó de las ruinas a una Institución quebrada. En su prolongado mandato de casi tres décadas posicionó a Vélez, su amor incondicional, como una de las entidades deportivas, educativas y sociales de mayor prestigio de nuestro país. Cumplió el gran desafío que se propuso, desarrolló una tarea titánica, una gesta inolvidable. Si no hubiera existido habría que haberlo inventado. Nunca se tomó una tregua. Instaló a un Club de barrio en un sitial de privilegio. Imaginó y llevó a la práctica sus ideas más ambiciosas: La pileta olímpica, la sede, los gimnasios. Bajo su conducción se desplegó un variado e inédito abanico de actividades deportivas y culturales: Patín, Bochas, Natación, Boxeo, Folklore, Básquet, Cestobol, Pesas, Voley, Ajedrez, etc, etc. Organizó una estructura edilicia y un aparato humano preparados para sostener este cúmulo de disciplinas y brindar, con los mejores servicios, un paraguas de protección social a toda la comunidad. Todos sus balances fueron superavitarios. Al momento de su deceso Vélez contaba en su padrón con cerca de sesenta mil socios, una cifra que aun hoy, a cuarenta y nueve años de su partida, resulta envidiable. Dejó una obra admirable y admirada. Los ejemplos dados son claras muestras del colosal crecimiento institucional.

Su ciclópea faena tuvo su máximo reflejo en la edificación de un orgullo, como el hermoso estadio, que lleva su nombre, cimentado sobre esa ciénaga lindera al arroyo Maldonado.

Fue un dirigente cabal, ejemplar, corajudo, que aunó todos los esfuerzos individuales en beneficio de su gran pasión: Vélez Sarsfield. Nunca eludió responsabilidades ni soslayó problemas, tuvo una dedicación al Club total y absoluta. Dejó bases sólidas, inconmovibles y su encandilante oratoria legó un par de frases de antología: "El cemento es mudo pero elocuente", o "Cada chico ganado a la calle es un título obtenido". O esta, que sintetiza, en tres oraciones, los rasgos más valorables de su personalidad: su sentimiento por el Club, su don de liderazgo y su apego al trabajo  “El Club Vélez Sarsfield no morirá. Yo empuño su bandera. Síganme los que quieran trabajar para salvarlo”.

Fue tan grande como presidente que, en una época de grandes dirigentes sobresalió netamente.

La Asamblea de representantes impuso el nombre de José Amalfitani para nuestro estadio el 10 de noviembre de 1968. Un mes más tarde Vélez se consagraba campeón del fútbol argentino por primera vez en su historia.

En 1972, la AFA, presidida por Raúl D´Onofrio, instituyó el 14 de mayo como el “Día del Dirigente Deportivo”, en tributo a  la honradez, el comportamiento moral y la aptitud, de este legendario vecino de Liniers, para la gestión de las Instituciones Deportivas.

Copiado, aunque nunca igualado, José Amalfitani es un prototipo a imitar en el manejo dirigencial y un motivo de jactancia para todos los velezanos.