Fútbol

El pequeño gran héroe

Agustín Bouzat fue una de las principales figuras de un Vélez que fue alcanzando uno a uno sus objetivos. Multiplicado en cada sector del terreno, creció en su juego y terminó aportando goles a su eterno sacrificio. Quererlo y asumirse "bouzatista".

Como en las grandes gestas épicas, su tamaño no fue un condicionamiento. La grandeza no se mide por centímetros.
Por Carlos Martino

Desde el carril derecho de la cancha abrió un surco. En ese ida y vuelta frenético y constante, fue ganándose en cada pique, en cada pelota recuperada, el cariño del hincha. Un hincha exigente con quien viene de afuera, pero que no tarda en amar a aquel cuya entrega es total.

Algo de eso pasó con él.

Llegó en el verano del 2018. Primer mercado de pases de Gabriel Heinze en el banco técnico velezano. Sus muy buenas actuaciones en Defensa y Justicia, sumado a su paso por Boca; lo pintaban como uno de los buenos jugadores a consolidarse dentro de un esquema que comenzaba a dar sus primeros pasos.

El entrenador sabía el por qué de su llegada, dónde lo iba a utilizar y cuál iba a ser su funcionalidad para el equipo. Sí, para el equipo, porque si hay algo que le reconocimos rápidamente a este pequeño jugador nacido en Bahía Blanca, es que siempre fue el equipo primero en todo.

En medio de aquella pretemporada, el mismo extremo derecho (aún siendo zurdo) se animaba con la nueva experiencia de ser jugador de Vélez, buscando cumplir ese objetivo primordial de ayudar a sacarlo del fondo de la tabla de los promedios y llevarlo a los planos protagonistas a los que el club siempre perteneció. "Es muy seductor poner a Vélez en el lugar que se merece, que es siempre peleando los torneos, jugando las copas internacionales. La idea es esa, trabajar para que el club vuelva a los primeros planos del país y de Sudamérica” , contaba en su primera entrevista al Sitio Oficial.

El tiempo y el trabajo, a un año y medio de aquella declaración, le dieron la derecha. Vélez cumplió sus objetivos, y él fue una de las piezas fundamentales en el logro. Con la 10 en la espalda, con todo el peso que significa llevarlo, aún con su metro sesenta y nueve de altura.

Porque maduró en medio de esa lucha constante y esa presión infernal de cada partido en el que la institución se jugaba jirones grandes de su historia. Porque no se achicó ante alguna crítica inicial y siempre siguió corriendo y siendo positivo para el todo. Tal vez fue quien mejor entendió el concepto del #TodosJuntos, pregonado por las redes sociales en un hashtag hoy victorioso y para nada demodé.

Fue vital desde la construcción de juego, aunque en la primera etapa de su arribo a Vélez se caracterizó por ser solidario a la hora de recuperar, más tal vez que en la producción ofensiva. Así fue que se ganó una declaración de amor demoledora de Heinze, en la antesala del vestuario, en Santa Fe tras ganarle a Colón a principios de mayo de 2018. “Agus es un chico muy inteligente y hace un esfuerzo tremendo. Juega muchísimo más para el equipo que para él. Y un entrenador se enamora de esos jugadores”, afirmaba el Míster.

Desde allí fue todo crecimiento. Sus actuaciones se potenciaron y comenzó a ser cada vez más influyente en el juego de ataque. En la pasada Superliga, fue titular en 23 compromisos, marcó cuatro goles (lleva siete con la V azulada) y generó 22 situaciones de gol. Pero no abandonó su faceta solidaria. En la faz defensiva, recuperó 31 balones, generó 22 intercepciones, un bloqueo y 18 despejes. Tuvo casi un 70% en la precisión de pases en campo rival. Sus números marcan su evolución.

Sin dudas, su noche soñada llegó al final de la Superliga. Aquel encuentro ante Lanús le valió el ingreso definitivamente al corazón del hincha. Porque corrió, luchó, recuperó, ayudó al equipo, gestó; porque rubricó entre su derecha y zurda un hat-trick fantástico para poner a delirar a todo el Amalfitani y llevarse el balón a casa. Ese día, se llenaron miles de solicitudes para afiliarse al "partido bouzatista".

Como en las grandes gestas épicas, su tamaño no fue un condicionamiento. La grandeza no se mide por centímetros. Este pequeño gran héroe con la 10 de Vélez en su espalda, lo sabe.